Previo a iniciar la construcción de un proyecto, el expediente debe pasar por ocho instituciones estatales y la municipalidad para su autorización y respectivas licencias. Proceso que puede demorar hasta un año y medio, incrementando los riesgos en las inversiones y disminuyendo el interés de capital extranjero para invertir en el país.
El presidente de la Asociación Nacional de Constructores de Vivienda (Anacovi), Juan Pablo Estrada, afirmó que el ciclo para comenzar el trabajo constructivo de una obra es demasiado largo y se le debe sumar un año de edificación, por lo que el retorno de la inversión se comenzaría a ver en dos años y medio.
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Indicó que las instituciones con mayor tardanza en emitir las autorizaciones son la Empresa Municipal de Agua (Empagua) y el Ministerio de Cultura, cuando es necesario un visto bueno de esa institución en proyectos por lo regular en el centro histórico de la ciudad.
Por otro lado, reconoció avances en agilizar los procesos en el Ministerio de Salud, Ministerio de Ambiente y Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC), aunque afirmó que falta mucho por hacer.
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Varias municipalidades del país, como es el caso de la Municipalidad de Guatemala, han impulsado el funcionamiento de una ventanilla única para construcciones, en donde se realizan todos los procedimientos que corresponden a las comunas.
Estrada afirmó que últimamente también ha registrado atrasos en los procesos que se realizan en la Empresa Eléctrica de Guatemala y el Registro General de la Propiedad.
Demanda insatisfecha
La tardanza en los procesos para obtener las autorizaciones hace que las desarrolladoras se decidan en el caso de vivienda, por opciones con mayor rentabilidad y precios más elevados, dejando en clase media una demanda insatisfecha.
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El entrevistado resaltó que existen pocos países en donde éste ciclo es de solo 30 días, algo que incrementan la rentabilidad, incentiva la inversión, genera precios más competitivos y reduce la demanda insatisfecha en rubros donde se vende volumen para recuperar la inversión.
Por otro lado, explicó que en Guatemala la inversión extranjera en proyectos constructivos es poca y que ante lo complejo de la tramitomanía, las desarrolladoras tradicionales son las que continúan impulsando el sector, ya que conocen la dinámica y se han adaptado a la misma para reducir riesgos en sus inversiones, a diferencia de capital extranjero que requiere mayor certeza jurídica.